Viéndote dormir, se apacigua mi mundo.
Escucho como haces sonar en tu silencio
las cuatros estaciones de Vivaldi.
Sobre ti nace el verde y florecen rosas sin espinas,
en armonía con el arcos iris.
A pesar de que tus ojos descansen en este momento,
tu mirada me sigue mirando, y me lleva
al sin fin horizonte del mar.
Donde las olas se confunden con la textura de tu piel,
que habla sola de tu experiencia y sabiduría interminable.
Eres perfecta e irreemplazable.
Hilos blancos llevas tú,
cuales todos deseamos llegar a tener,
y con los que tejes el mantel de la unión familiar.
Eres suave, noble, llena de detalles y ornamentos especiales
como el increíble barroco.
Luz nos traes y luz es tu ser.